¡Separemos Iglesia y Estado!
"¿Por qué tengo yo, que no soy católico, que sostener con mis impuestos a los curas católicos? ¡Es injusto! ¡Que trabajen y se ganen la vida, como todos! Encima quieren imponer sus dogmas al Estado, en lugar de limitarse a lo religioso. ¡Separemos Iglesia y Estado!"
Bueno, puesto así suena razonable, pero vayamos de a poco... Concuerdo con Usted, como concuerda también la Iglesia Católica: hay una necesidad de separar Iglesia y Estado.
¿En qué hay que separar Iglesia y Estado?
El primer tema es que... la separación entre la Iglesia y el Estado ya está en efecto en la práctica desde hace al menos un siglo; en lo formal desde hace medio siglo: el Estado es no confesional, laico, y la Iglesia no tiene injerencia formal alguna en las decisiones políticas.
La Iglesia por supuesto se manifiesta en sus convicciones como cualquier otra institución, y también la fe católica recibe el mismo tratamiento que otras instituciones sin fines de lucro en sus escuelas, hospitales, asilos, etc., y en cuanto al reconocimiento del papel histórico y cultural (por ejemplo algunos símbolos religiosos que son significativos para la mayoría de la población en hospitales y otras instalaciones estatales).
Pero ¿no presiona la Iglesia al gobierno en distintos temas?
¿"Católicos y ciudadanos" o "católicos o ciudadanos"?
Algunos parecen creer que los católicos no deberían inmiscuirse en política (es decir, los católicos practicantes y los sacerdotes y obispos, porque no tienen problema con los católicos no practicantes). Serían una especie de ciudadanos de segunda categoría, sin derecho a expresarse, peticionar o votar de acuerdo a sus convicciones referentes a legislaciones u ordenamientos políticos y sociales.
Muchos políticos -como el senador Pichetto- incluso han usado como argumento a favor de algunas leyes, el hecho de que la Iglesia católica se oponga a ellas. El rebuscado razonamiento es: la Iglesia se opone, eso quiere decir que busca imponer su religión, por lo tanto no hay que hacer lo que piden. Imaginémonos qué ocurriría si este argumento discriminatorio se usara contra otro sector, como los representantes de los judíos o de los homosexuales. De hecho en el reciente debate por el aborto, los únicos legisladores que usaron argumentos (anti)religiosos fueron los abortistas. Esto constituye una actitud intolerante y discriminatoria injustificable.
Pero ¿no sostiene el Estado a la Iglesia católica? ¿Por qué no trabajan los curas y se ganan su sustento?
Es curioso que haya quienes piensen que sacerdotes y obispos (¡y hasta el Papa!) no "trabajan". Los que conocen la realidad eclesial opinan diferente. Es pública la cargadísima agenda que mantiene el Papa, a sus ochenta años, y la gran mayoría de los sacerdotes se ven desbordados por la cantidad de tareas y de gente que deben atender.
De todos modos los sacerdotes no reciben ningún sueldo del Estado, salvo algunos pocos que trabajan en zonas de frontera, por el servicio que significan para el país. Los obispos sí reciben un sueldo, pero obviamente es poco significativo para todos los sacerdotes, religiosos, y obras que tiene una diócesis.
Pero de todos modos ¿por qué nos obligan a los no católicos a contribuir a la Iglesia?!
El "sostenimiento del culto" que figura en la constitución, en realidad, corresponde a una retribución que hace el Estado por dos motivos:
• La confiscación que realizó el presidente Rivadavia en 1822 de los bienes inmuebles que la Iglesia tenía en Capital (unas 300 manzanas) y Provincia de Buenos Aires (unas 35.000 hectáreas) para las distintas obras que mantenía, y que había recibido en donación para esos fines.
• La confiscación de los aportes (llamados "diezmo") que realizaban los fieles y se apropió de esas contribuciones, a partir del 1 de enero de 1823.
Es decir, en realidad la Iglesia ha contribuido al Estado, y lo que pagamos los contribuyentes es para pagar algo de lo que el Estado recibió de la Iglesia. Eso es lo que recoge la Constitución.
Pero más aún, la Iglesia -sólo con las obras que sostienen Cáritas y la colecta Más por Menos- sigue contribuyendo más al Estado de lo que se le aporta. Si además tomamos en cuenta todo lo que se ahorra el Estado por las obras sostenidas por la Iglesia -escuelas, asilos, hospitales, etc.-, resulta claro que es ella la que subsidia, y no la subsidiada. Los colegios públicos de gestión religiosa no tienen fines de lucro, y representan un importante ahorro para los contribuyentes.
Igual, y por poco que sea, ¡no quiero que den de mis impuestos a la Iglesia!
La Iglesia está de acuerdo, y ya propuso eliminar de la Constitución el "sostenimiento del culto" en 1994. No se hizo, tal vez por no estar habilitado por la ley que convocaba a la reforma.
En todos estos años, la Iglesia ha probado y estudiado alternativas a lo que dice la Constitución. Posiblemente lo mejor sería un sistema similar al de Alemania o España, donde cada contribuyente decide libremente a quién asigna un pequeño porcentaje predeterminado de sus impuestos. Actualmente se sigue dialogando sobre esto con el gobierno.
En resumen
Separemos Iglesia y Estado. O mejor todavía, separemos religión y Estado, cualquiera sea el tipo de dogma y creencia religiosa (teísta, atea, ideológica, etc.). En estos momentos, hay ideologías antirreligiosas muy poco representativas del pueblo, que han ocupado mayormente los estamentos docentes -sobre todo secundario y universitario- y usufructúan los recursos del Estado para imponer su ideología antipopular, generalmente denigrante respecto de las convicciones religiosas de la gente.
Debemos tener un Estado laico, no laicista y discriminador, y el Estado no debe ser usado para imponer dogmas ideológicos.
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