Un autor desconocido ha escrito la carta XXXII del diablo a su sobrino, imaginando lo que C. S. Lewis hubiera narrado hoy ante la desquiciada situación mundial. O más bien deberíamos decir el capítulo XXXII, ya que se le ha dado más formato de diálogo que de carta.
"El viejo y experimentado demonio Escrutopo es el coach y mentor de su sobrino Orugario, al que alecciona y entrena con rencoroso desamor para llevar a las almas que le han caído en suerte como “pacientes” a las calderas", dice Navarra Confidencial. "Y van saliendo en sus XXXI cartas todos los pecados capitales y provincianos, los éxitos y fracasos bajo el punto de mira de los “señores oscuros”. (...) La naturaleza humana no ha cambiado desde Adán a Cantinflas, menos aún lo ha hecho desde 1942, un ahora continuo en la historia de las almas que transitan por este mundo."
"Cómprenlo en papel a ser posible y sepan las estrategias del enemigo , que aunque derrotado fue, muchos no lo saben y parece que “él” tampoco." Podemos decir que en esta XXXII carta, el anónimo autor "vive Dios que atina …"
Atribuido a “Cartas del diablo a su sobrino” de C. S. Lewis, autor de las crónicas de Narnia
El libro se publicó en el año 1942.
“- ¿Y cómo lograste llevar tantas almas al infierno en aquella época?
– Por el miedo.
– Ah, sí. Excelente estrategia; vieja y siempre actual. ¿Pero de qué tenían miedo? ¿Miedo a ser torturados? ¿Miedo a la guerra? ¿Al hambre?…
– No. Miedo a enfermarse.
– ¿Pero entonces nadie más se enfermaba en esa época?
– Sí, se enfermaban.
– ¿Nadie más moría?
– Sí, morían.
– Pero, ¿no había cura para la enfermedad?
– Había.
– Entonces no entiendo…
– Como nadie más creía o enseñaba sobre la Vida Eterna, y la Muerte eterna, pensaban que solo tenían esa vida, y se aferraron a ella con todas sus fuerzas, incluso si les costaba su afecto (no se abrazaban ni saludaban, ¡no tenían ningún contacto humano durante días y días!); su dinero (perdieron sus trabajos, gastaron todos sus ahorros), ¡y aún se creían afortunados estando impedidos de ganarse el pan!.
Su inteligencia (un día, la prensa decía una cosa y al día siguiente, se contradecía, ¡Y aún así se lo creían todo!).
Su libertad (no salían de la casa, no caminaban, no visitaban a sus parientes…¡Era un gran campo de concentración para prisioneros voluntarios! ¡Jajajajajaja!).
Aceptaron todo, todo, siempre y cuando pudieran prolongar sus vidas miserables un día más.
Ya no tenían la más mínima idea de que Él, su Creador, y solo Él, es quién da la vida y la termina.
Fue así de sencillo.
“Tan fácil como nunca había sido.”
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